Verduras locales en el mayor mercado de Burdeos
Zanahorias sabrosas, ligeramente retorcidas, calabazas butternut bien gordas, manojos de puerros, espinacas, acelgas y un puñado de chalotas. Frente al puesto de Antonio Martínez, las ideas de recetas abundan. Instalado de viernes a domingo en el pasillo central del mercado capuchino, el mayor mercado de Burdeos, el jardinero del mercado vende sus productos cultivados con amor en la Gironda, cerca de La Réole.
Más de 12 años en el Mercado Capuchino
En la granja de Antonio Martínez, los que trabajan la tierra también están detrás del puesto del mercado capuchino. "Somos cuatro empleados alrededor de Antonio", explica Mickaël Bellamy, el administrador de la granja de la pequeña empresa presente sólo en el mercado de los Capuchinos.
"Un amigo que solía ir a los mercados me habló de los Capuchinos, había un espacio libre para poner un puesto, aprovechamos la oportunidad para probarlo... y doce años después seguimos aquí", dice el horticultor del mercado que ya no quiere vender sus verduras en ningún otro lugar, aunque tenga que conducir una hora cada mañana para llegar al mercado más grande de Burdeos.
“El ambiente, el lado sencillo y amistoso de la gente me gusta mucho”, dice, ya que ahora conoce a todos los comerciantes y productores del mercado, desde carniceros a pescaderos, queseros y fruteros.
Productos frescos y locales
Para poder dirigir un stand en el mercado capuchino, el pequeño equipo tiene que organizarse. "Cuando venimos a vender el viernes, sábado y domingo, dos trabajadores se quedan en la granja para recoger la cosecha del día siguiente. ¡Lo que ves aquí estaba todavía en el suelo ayer por la mañana!”, dice Mickaël Bellamy.
"¡No me veo haciendo otra cosa! (...) estar cerca de los clientes es muy importante para mí, nos conocemos, hablamos", añade el joven que no duda en sacar su teléfono para mostrarnos sus fotos de un brote de frijol o de una fresa víctima de una oruga. "A los clientes les gusta saber cómo crece todo, también les contamos sobre el clima", explica el horticultor.
¡Productos auténticos!
Para proteger sus vegetales, cultivados sin pesticidas ni herbicidas, utiliza un poco de cobre, azufre o caldo bordelés, “pero si la planta no tiene enfermedades, ¡no la tocamos!", asegura Mickaël. Para él, las verduras no tienen que ser perfectas para ser deliciosas.
Sus zanahorias, un poco retorcidas, son sabrosas. Lo mismo ocurre con sus tomates en verano. "No son perfectos, pero maduran al sol, no en el plástico del invernadero", explica.
Un enfoque local
Cuando el clima no permite la cosecha, el horticultor recurre a otros productores, "lo más cerca posible geográficamente", como en Meilhan-sur-Garonne para las manzanas o los nabos, en Sainte-Bazeille para los kiwis, o en el Médoc para las endibias.
En cuanto a los limones y naranjas que no crecen en el departamento, Antonio Martínez rinde homenaje a su Andalucía natal y trabaja directamente con un pequeño productor.
Un mercado de clientes habituales
En su stand en los Capuchinos, Mickaël Bellamy manda saludos y sonrisas a los clientes, "casi todos son habituales", y no duda en dar algunas ideas de recetas a los indecisos o hacer presentaciones de vegetales poco conocidos. "La calabaza es muy delicada de producir, así que sembré semillas de Shiatsu, una calabaza de origen mexicano con un hermoso color verde oscuro, la sopa es deliciosa, con un poco de crema al final de la cocción y una cucharadita de vinagre balsámico antes de servirla para sacar su sabor a nuez!".
Después de la sorpresa inicial, los clientes piden más. Como Muriel y su hijo Arno, que aman esa graciosa calabaza, “Un poco difícil de pelar, pero hervida por unos minutos, ¡es más fácil de hacer!". Como habitual, Muriel viene aquí desde hace años para comprar “las verduras frescas de Antonio y Mickaël, ¡producidas sin pesticidas y localmente y por supuesto vendidas con una sonrisa!”.